Conversación con David Barragán – Intercambio: Al-Borde / Expresión Gráfica

Al Borde (2007), es un estudio de arquitectura con base en Quito, Ecuador. Está conformado por David Barragán, Pascual Gangotena, Maríaluisa Borja y Esteban Benavides. Esta es una entrevista a David Barragán para reflexionar acerca de la experiencia de intercambio realizada entre Al Borde y la Cátedra de Expresión Gráfica, Arq Santiago Pistone, durante el primer semestre de 2021.

Entrevistado: David Barragán (DB)
Entrevistador: Lisandro Crivari, Luciano Stechina (EG)
Materia: Expresión Gráfica
Cátedra: Santiago Pistone
Enero 2024
Arquitectos: Al Borde
Colaboración en Obra: Maria Veronica Paszkiewicz
Ingeniería Estructural: Patricio Cevallos y Holcim Ecuador
Diseño: 2021
Construcción: Sep 2021 - Ene 2022
Construcción: Miguel Ramos
Proyección de Hormigón: Obras de Ingeniería
Ubicación: Guayaquil, Ecuador
Encargo: Fundación Pro Bosque

Coordinadores: Manuel Cucurell, Gonzalo Montoya, Luciano Stechina, Juan Ignacio Pignatta, Franco Mascetti, Julieta Giorgietti.
Producción gráfica: Gianluca Bella, Abril Bidrera, Lucio Mastrogiacomo, Octavio Liberatore, Juan Ignacio Ortega, Clara Tanlongo, María Noelia Segatore, Pilar Otero, Brian Ejsmont, Pedro Caleri, Juan Cingolani, Micaela Siles, Magdalena Azurmendi, Juan Francisco de la Torre.

EG: Hola David, muchas gracias por permitirnos esta entrevista. A grandes rasgos ¿nos puedes contar si existe una estética del Estudio Al Borde en relación a los procesos de diseño?

DB: Yo creo que sí. Hay siempre una búsqueda por empezar de cero. Yo sé que es imposible empezar de cero porque tienes siempre tu bagaje y toda la información que año tras año vas acumulando, tu experiencia; pero tenemos un genuino deseo de buscar ese cero. Tratamos de partir de cero prejuicio hacia el proyecto, cualquiera que este sea, y buscamos la mayor cantidad de información posible.

Yo sé que en realidad todos los arquitectos hacemos lo mismo, buscamos información sobre los proyectos. Pero tenemos un genuino interés por eliminar la mayor cantidad de prejuicios o preconceptos, de tal forma que nos permita encontrar nuevos caminos y nuevas respuestas.

Nuestros proyectos muchas veces parten de buscar oportunidades. A veces ni siquiera entendemos en dónde estamos metidos, como con el proyecto Cerro Blanco, o sea, es más bien encontrar las oportunidades y a partir de esas oportunidades comenzamos a crear un camino. Eso nos distingue a nosotros. Esa forma de encontrar oportunidades donde a veces pareciera que no las hay o donde el cliente todavía no sabe que existen.

En verdad, es lo que nos llena de energía, de lo contrario no tendría mayor sentido meternos en un proyecto y resolverlo de manera genérica. Es por eso que todos los proyectos son diferentes, porque todo el tiempo estamos buscando a dónde poder ir, qué podemos hacer, dónde lo podemos utilizar, qué otras cosas más hay por ahí.

EG: Nos llama mucho la atención el abordaje morfológico y espacial que tienen sus proyectos. Sabemos que muchas veces los desarrollan junto a las comunidades donde se insertan, ¿esto se podría pensar como un abordaje colectivo?

DB: El abordaje morfológico y espacial, que tú dices es distinto, es porque estamos tratando de no tener ningún preconcepto sobre el proyecto, eso nos da libertad y nos genera el escenario para encontrar nuevas formas de habitar. Básicamente es lo que vamos buscando todo el tiempo. Nos hemos dado cuenta con absolutamente todos los clientes que cuando llegamos a ese estado de trabajo, el cliente conecta inmediatamente.

Con los clientes tratamos de evitar todo lo objetivo y partimos de cosas tan básicas como conocer al otro, me refiero a la información subjetiva. Eso es lo más importante para nosotros, saber con quién estamos trabajando. Entender quiénes son los clientes, de donde vienen, cual es su pasado, su presente y su futuro. El proyecto es tan colectivo como el cliente quiera meterse. Los proyectos de participación son inevitablemente colectivos, con una participación muy intensa, porque parten de una necesidad, de una urgencia, no de un deseo, entonces eso hace que el involucramiento sea inevitable. Para la comunidad es normal empujar los proyectos, no es algo opcional, empujas el proyecto, si no metes el hombro no sale.

EG: En sus proyectos existe un posicionamiento con respecto a la materia, una ética material. La mayoría de las veces trabajan con materiales y técnicas muy cercanas al sitio. ¿Cómo llegaron a esto?

DB: Me gusta esa forma como defines ética material. A nosotros nos interesa responder de la forma que consideramos más apropiada al territorio. Si bien eso puede ser muy general para toda práctica arquitectónica, para nosotros esa forma coherente está ligada a la materia que encontramos en el lugar y a la mano de obra que puede construir en ese territorio.

Eso es indisociable de lo que nosotros hacemos. No es que prefabricamos, luego enviamos las piezas y se ensamblan en otro lugar, en la costa, en Chile, en Emiratos Árabes, en China. No, nosotros llegamos al lugar y comenzamos a entender qué demonios tenemos ahí.

Esto va generando impactos. Trabajar con los materiales que tenemos en el lugar y con la gente que sabe manejar esos materiales nos permite que la economía del proyecto se quede en el territorio. Yo puedo tener un millón de dólares y puedo escoger entre productos prefabricados y llevarlos al lugar. Esa plata se queda en la industria que los fabrica. Puedo comprarle todo el material al monopolio y esa plata se queda en el monopolio; o puedo comprar las piedras del lugar, la madera del lugar y usar la tierra del lugar, lo que sea, y esa plata se queda en el lugar. Eso nos comenzó a parecer tremendamente válido e interesante, y además de ser una cuestión muy política, ese pensamiento cambia la manera de enfrentar el proyecto. Nosotros no tenemos experimentación de materiales en un laboratorio, nace al meternos en el lugar. Es ahí donde empezamos a entender las posibilidades del sitio en relación con los materiales que tenemos al alcance, las técnicas constructivas y la mano de obra. Es todo un ciclo que esta conectado.

Es tremendamente interesante entender que un proyecto, por más pequeño que sea, puede generar una mejor redistribución de la riqueza en el territorio, por lo que ese proyecto es mucho más interesante para ese territorio. Aprendimos que cuando estamos trabajando con materiales del lugar, inmediatamente estamos trabajando con arquitecturas vernáculas, con tecnologías vernáculas y estamos trabajando con algo que es bastante complejo, que es mantener ese patrimonio vivo.

Esos conceptos los tenemos claros desde el inicio, después nos dimos cuenta de lo difícil que es encontrar mano de obra local que pueda reproducir esas técnicas, porque el sistema capitalista en el que vivimos va eliminando esos conocimientos y los va reemplazando por algo que llamamos desarrollo. Estamos perdiendo identidad y eso es terriblemente conflictivo, porque es parte del ADN que tiene cada territorio, que tiene cada localidad, y eso se puede ver desde los Emiratos Árabes hasta Chile o hasta Quito, en cualquier lado. Hemos ido perdiendo esa identidad a través de la construcción, cada vez más genérica, cada vez más universal.

Por ejemplo un proyecto en Chile que terminamos hace uno o dos años, una casa, fue construida con piedra y con madera. Tan simple porque la cantera está a 15 minutos en el auto y hay una mano de obra altamente tecnificada. Los pedreros seleccionan la piedra y tienen una capacidad de trabajo en piedra que es alucinante. Y lo mismo con la madera. Teníamos la capacidad de acceder a unos carpinteros que sabían manejar muy bien la madera. Podíamos comprar madera del monopolio, pero también podíamos trabajar con una cooperativa de leñadores que se encarga de cuidar el bosque. Lo que hacen ellos es manejar el bosque de tal forma que cuando los árboles están viejos, tienen que programar la caída. Son esos árboles los que nosotros compramos y no compramos por unidad, compramos por volumen, que es una cosa todavía más rara.

Así compramos un par de pedazos de troncos de árboles de bosque primario. Entonces la plata va a los leñadores y es parte del sistema de conservación de ese territorio y de esa tradición, porque ellos saben qué árboles y cómo se cortan y en qué momento. Todo el trabajo en madera lo hicieron ellos también, porque conocen estas técnicas de carpintería con las que trabajamos.

Así se va modelando el proyecto. Si hablamos de sostenibilidad y tenemos piedra, entonces hacemos muros trombe y cosas de ese estilo. Vamos buscando y encontrando tecnologías trabajando con la gente. Nosotros no creemos en el sistema de certificación de proyectos o de productos bajo varias certificadoras, porque nos parece obvio que el edificio más alto del mundo en Dubai no puede ser lo más alto en sostenibilidad a nivel mundial, es algo que no está bien, algo no estamos haciendo bien con ese tema.

En ese caso trabajamos con el grupo TalCa, que también comparte esta ética material. Nos interesa entender cómo podemos mejorar los sistemas de producción y cómo podemos trabajar los materiales desde el origen.

EG: ¿Cómo surgió la idea de llevar adelante esta experiencia de intercambio entre Al Borde y la Cátedra de Expresión Gráfica del Arq Santiago Pistone?

DB: La idea de intercambio surge a pesar de que desde las escuelas de arquitectura en el mundo entero, el enfoque de la formación siempre es individual, nunca es colectivo. Estamos formando espectaculares individuos creativos que son capaces de hacer y resolver todo. Creo que en el día a día la práctica es todo lo opuesto y el trabajo es altamente colectivo. Estás dependiendo de alguien que trabaja en el diseño o de quien trabaja la parte material, la parte de ingeniería, la construcción, o la comunicación. No es un trabajo de individuos, es un trabajo colectivo y en esa lógica de la colectividad nosotros estamos completamente abiertos a trabajar con mucha gente, estamos acostumbrados a los equipos multidisciplinares. Somos un equipo de cuatro cabezas que tenemos que estar siempre tomando decisiones, nuestro ego ya está diluido. Eso implica que si entra más gente creativa al proyecto, para nosotros no es una competencia, es un aporte.

Esta unión con la cátedra de Expresión Gráfica surge como surgen miles de nuestros proyectos, sin esperar nada y sin pensar que pueda ser posible. En realidad surge por la cercanía que tengo con el Cucu (Manuel Cucurell). Fueron conversaciones pandémicas de dos ermitaños en sus cuevas, aprovechando el confinamiento para conectarse digitalmente con el otro. Desde que nos conocemos (2010) nunca habíamos hablado tanto ni intercambiado tantas ideas.

Un día me contó sobre sus clases. En realidad mucho de lo que tiene que ver con el trabajo en equipo primero tiene que ver con una condición de amistad. No nos movemos en la lógica del networking corporativo, sino más bien en una lógica de los afectos. Entonces en un momento le comento como iba el Masterplan para uno de nuestros proyectos, le contaba que lo interesante de ese proyecto es que es muy grande; Son 6000 hectáreas, es estúpidamente grande, y existe una Fundación (Fundación Pro-Bosque) que necesita dinero para su conservación.

Pues le explicaba un modelo que nosotros creamos para gestionar el proyecto. El Estado, por ejemplo, haría lo opuesto, gastar miles de dólares en consultorías para tener mucha información, luego cambiarían las alcaldías o cambiarían los intereses, o los ministros y todas esas consultorías quedarían archivadas. En cambio como no había dinero para hacer el proyecto, creamos imágenes y gráficos que nos permitieran hacerles soñar que era posible, poner en imagen el sueño que ellos tenían, imágenes que le permitieran a la Fundación visualizar las posibilidades que tenían y con ese material fueran capaces de motivar a sus donantes para financiar los proyectos.

A ellos les pareció como organización tremendamente interesante, porque es una forma muy distinta a la que habían trabajado antes. Comenzamos a trabajar de manera gráfica, pero era pandemia, había muchas complicaciones en ese momento y necesitábamos mostrarle a la Fundación que maneja el bosque que sí era posible. No lo podíamos resolver nosotros en la oficina porque habíamos reducido nuestro equipo a los cuatro socios. Estábamos todos encerrados y ninguno de nosotros tiene habilidades de ese tipo. Tenemos otras habilidades, pero no esas exactamente. Entonces no lo podíamos hacer. Estábamos un poco complicados y el Cucu me dice: loco, pero eso es exactamente lo que nosotros hacemos en la facultad como ejercicio con nuestros alumnos. Y ahí comenzamos a ver de qué forma podíamos unirnos. Yo le decía que necesitaba generar ideas gráficas sobre algo que no estaba todavía 100% diseñado y que no iba a ser diseñado hasta que no se apruebe el proyecto. Lo que buscábamos era un artista grafico, no alguien que nos haga un render.

Solo teníamos ideas y él me dice, es básicamente lo que nosotros hacemos en el taller. Era hasta la misma escala de proyectos que hacían como ejercicio académico, y de una forma en la que todavía hay libertades mayores. Era una cosa ahí en medio del bosque, pequeñas follies que van apareciendo en el paisaje. Entonces vimos que podíamos unir estas dos cosas. Ustedes tienen unas habilidades muy específicas que nosotros necesitábamos, y nosotros teníamos en cambio un proyecto que permitía validar de una u otra forma lo que ustedes estaban enseñando, que sí tenía sentido y que es tremendamente valioso y que es algo que nosotros podemos citar y que metodológicamente nos ayudaba mucho.

EG: David, vos comentabas que esta práctica sucedió durante el período de confinamiento. ¿Cómo se organizó la gestión del proceso creativo y de producción de imágenes? ¿Se pudo lograr una buena comunicación y entendimiento entre los integrantes del equipo?

DB: Como todo en nuestros proyectos, se vivió con bastante entusiasmo. Nosotros somos bien entusiastas en las colaboraciones, porque en realidad si en algo somos buenos es en empujar al máximo los límites de las cosas. Solo fuimos presionando, y ustedes tienen una capacidad de producción muy alta. Eso nos permitió llegar a resultados que no esperábamos, con 1/3 de la calidad ya estábamos, o sea, no esperábamos algo tan bueno. Nos sorprendió la calidad porque partíamos de que era una interacción con una facultad, con alumnos que quizá no tienen todavía las habilidades o la experiencia. Si hay algo que siempre nos interesa es lanzarnos al vacío y probar. Ya estábamos desarrollando un primer mirador con una lógica de ensamblaje en madera, acabado en madera quemada, todo muy en bruto, sin carpintería especializada, nada de ensambles especiales, con luces cortas. Decidimos trabajar con unas cubiertas muy delgadas de hormigón proyectado sobre un textil. Les dijimos, tenemos estos ocho, nueve, diez espacios, no me acuerdo cuánto espacios eran. Van desde la escala más chica hasta la más grande, desde un puente hasta un centro de convenciones. Se pasaron un par de dibujos a mano alzada y ustedes comenzaron a modelar esas ideas y hacerlas realidad, comenzaron a ponerle cara de arquitectura, cara de que era posible, comenzaron a verse muy profesionales. En ese punto lo que pensábamos era que la Fundación pudiera demostrar a otros el alcance de estos proyectos y su interés público.

EG: ¿Recuerdas algunos de los aspectos que se discutieron durante el proceso?

DB: Para nosotros era tremendamente importante que quede muy claro el tipo de paisaje en el que esto iba a estar. Compartimos muchísimas imágenes para que entiendan cómo era el bosque, porque había que conectar bien por ejemplo con un financista que fuera de Guyaquil, entonces necesitábamos que relacionen ese paisaje con el territorio. Era muy importante que quede claro y que el equipo de diseño lo pueda manejar muy bien. Incluso era tan específico a nivel paisaje que hay un árbol que es el ceibo, que es muy icónico, y fue modelado a mano para lograr ese nivel de realismo. Para nosotros fue impactante y también lo fue para la gente de la Fundación, esa capacidad que tienen ustedes para graficar y llevar a la realidad nuestras ideas.

Otra cosa importante era la materialidad, que se entienda cómo estas arquitecturas están diluidas en el paisaje, con una materialidad muy específica, y que todo se maneje dentro de un mismo lenguaje, que siempre sea una parte construida en maderas con cubiertas de lonas de hormigón. Las lonas de hormigón eran un reto extremadamente fuerte de cumplir porque uno de los mayores auspiciantes en ese momento era Holcim, la cementera. Había un auspiciante que era Holcim, que básicamente hace cemento y nosotros creíamos que en este contexto el cemento podría valer para más que solo las cimentaciones, de lo contrario que sentido tenía trabajar con ellos. Por otra parte a qué auspiciante le va a gustar poner plata si su producto queda enterrado. En este caso, por las condiciones propias del bosque, era mejor construir con madera, algo más ligero.

Así que les propusimos hacer estos proyectados de hormigón sobre textil. Fuimos a visitarlos a sus laboratorios. Uno de sus mayores orgullos es el Centro de Innovación Holcim, uno de los más importantes en Latinoamérica. Nosotros dijimos, ya, pues si ustedes son el laboratorio más importante de materiales, es el lugar para experimentar. Los tipos dijeron, experimentemos.
Usualmente hay gente experimentando en materiales, pero de pronto comenzamos a hacer pruebas con nuevas formas, a abrir los textiles y empujarlos a la investigación. De verdad son buenos, ellos investigaban de qué forma lograr la fórmula específica para lo que necesitamos, de qué forma se lograba hacerlo como esquema constructivo. Yo pienso que ellos deben recordar cómo fue el proceso porque les rompió su cotidianidad, fue un desafío. Entonces dentro de esos desafíos era muy importante que ese material se vea, que sea protagónico y que ustedes como artistas gráficos lo lograran representar.

EG: ¿Cuál fue el aporte que pudo dejarles esta experiencia tanto a nivel de proceso como en relación al resultado o producto final?

DB: Me pareció buena la forma como manejaron toda la estética. Todos esos gráficos son muy fuertes. Es imposible que no te llamen la atención inmediatamente. Toda la gente que los ve se queda mirando los detalles, son muy finos, tienen varias capas, hay una selección del color que también es muy buena.

Nosotros nunca contratamos un render, no enviamos el archivo 3D y pedimos un render, nosotros trabajamos con artistas gráficos. Cuando todavía no había proyecto era importantísimo que el artista gráfico esté súper conectado y pueda meter todo, todo de si. En este caso fue lo que ustedes hicieron. El momento en que escogieron la paleta de colores para los gráficos, la forma en como esos gráficos se modelaron, los dibujos del árbol son épicos, una cosa de locos. Hacerlo en 3D es otro tipo de experiencia, verlo en video es otro tipo de experiencia. Es un gran aporte poder ver el proyecto de distintas formas, en diferentes soportes.

EG: Piensas que es válido estimular los vínculos entre las escuelas de arquitectura y los estudios o el campo profesional?

DB: Si, obvio que sí. A mí me parece importante que la academia busque todas las formas de vincularse con el exterior. Creo que eso es vital porque el encierro en sí misma, la forma en como se piensan muchos ejercicios, tan desvinculados de todo, creo que es responsable de que cuando los alumnos se gradúan no entiendan que hacer, como relacionarse con la sociedad, no entiendan como trabajar, porque el salto entre la academia versus la vida real es muy grande. Entonces tener una opción de aprendizaje que le permita a un alumno vincularse con la realidad me parece positiva. Yo creo que el grupo que estuvo con nosotros, eran los mayores, ellos van a recordar cómo fue el trabajo.

Para mí es importante entender que ellos no son unos renderistas, no es saber un programa, dar dos clicks, meter materiales y luego decir que hay imagen. Es un proceso de diseño donde ellos están todo el tiempo aportando sus capacidades como diseñadores y que después sí tienen el manejo propio del software para que el proyecto salga.

Te apuesto a que si le preguntan a ellos te van a recordar muchas de esas cosas que fueron aportando, negociando ideas y proponiendo. Nosotros decíamos, cambia, agranda, achica, súbele, bájale, si parece, no parece. Ellos estaban modelando con nosotros, son parte de ese pensamiento, son parte de este equipo y creo que eso es lo bonito en la interacción, que no eres un ser operativo. Ahora hay una discusión sobre la inteligencia artificial, para nosotros es quien está manejando esa herramienta, es una herramienta más, lo importante es la cabeza que está ahí atrás. En este caso, las cabezas que nosotros teníamos con ustedes eran muchas y muy fuertes. Entonces creo que a nosotros nos aportó mucho, a la Fundación le aportó muchísimo.

Nosotros siempre nos quedamos con una pregunta ¿quién gana más aquí? Porque nosotros creemos que ganamos mucho. A veces pensamos si la balanza no estuvo desproporcionada, si nos quedamos atrás, si fue justo, porque nosotros tenemos muchísimo material y muchas más cosas que contar y muchas formas de presentar el proyecto, incluso después se van armando pequeños brief para distintos casos. Discutíamos eso con los socios de la oficina antes de la entrevista ¿el win-win fue justo? ¿Ustedes cómo lo ven desde ese lado?

Bueno, nosotros lo mismo que hicimos con ustedes, lo hacemos en las clases y es lo que hacemos en el día a día. A nosotros nos encantaría volver a hacer cosas con ustedes. Ahora estamos trabajando para una una asociación de agricultores indigenas, un proyecto en la selva, son unos 7 pabellones para la producción de café sostenible y cacao, y de nuevo hay que seguir pensando en formas gráficas de comunicar las ideas a los futuros donantes y en modelos de gestión para hacer realidad el proyecto.

EG: David, muchas gracias por tu tiempo y por esta entrevista.

DB: Gracias a ustedes más bien por lograr este formato. Mil gracias. Saludos a todos dan por allá.

Haber hecho un intercambio con Al Borde como experiencia en mi formación estudiantil fue muy gratificante. Fue trabajar con una manera de pensar que excede a lo que hacemos en la Facultad. El intercambio entre todas las personas fue buenísimo. El resultado refleja la cultura y las características del sitio junto con el espíritu del proyecto.
Gianluca Bella
Producción gráfica
La experiencia con Al Borde fue muy emocionante, fue mi primera colaboración con un estudio de arquitectura. Sentí que estaba siendo parte de un proyecto con el que comparto muchos valores: la protección de una reserva natural, la contribución a las personas y la arquitectura como nexo entre ambas. Pero lo que más destaco fue el equipo de trabajo. La mayoría éramos estudiantes y aún así se logró un resultado de gran calidad gracias al ambiente generado. Todas las ideas eran escuchadas y la forma de organización permitió que cada uno se enfocara en lo que mejor sabe hacer.
Micaela Siles
Producción gráfica
La colaboración con Al Borde me permitió vivir y entender como grandes arquitectos proyectan en conjunto, pude incorporar muchos de esos procesos a mi propia manera de proyectar. Además, colaborar junto a tanta gente, con distintas ideas pero con un mismo objetivo, me demostró como a pesar de la distancia el trabajo en equipo puede llevar a mejores resultados finales.
Juan Francisco de la Torre
Producción gráfica
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